He ido presentando sucesivamente en mis escritos al ser humano, quiero decir, lo más íntimo de él, su espíritu, en relación con sus circunstancias.
En El Retorno a las Fuentes (Ed. Rueda, Madrid, 1993), donde bosquejo mi obra posterior, relato mi propia búsqueda dentro de estas circunstancias y el encuentro de la perspectiva que me permitirá observarlas imparcialmente. En Psicosofía. Investigaciones psico-filosóficas sobre la naturaleza del ser humano (Ed. Dunken, Bs. As. 2004), me ocupo de las circunstancias que encuentra el hombre antes de mirar al mundo, las psíquicas, laberinto complejo y fascinante, con sus bellas montañas y altos picos, donde viven sus virtudes, desde los cuales puede contemplar el amplio horizonte que abarca su propia Naturaleza, así como sus profundos barrancos aluvionales donde crecen sus vicios, por cuyas impetuosas aguas se ha dejado arrastrar tantas veces. En Origen y Destino del Hombre (Ed. Dunken, Bs. As. 2008) lo he emplazado frente al mundo que lo rodea, a sus circunstancias universales, con el objeto de hacerlo partícipe de ese Cosmos, de integrarlo en el Orden universal. Pero cabía preguntarse si el ser humano sabe qué hace en estas circunstancias y qué tiene que hacer con ellas, con su mente y con el mundo, y si evoluciona en el conocimiento de las mismas, para ello he escrito La Evolución del Espíritu (Ed. Dunken, Bs. As. 2009). Aún así, sin tener plena conciencia de esos medios en los que se encuentra, ha tenido que vivir y organizarse para ello con sus semejantes, formando comunidades, ya sean cerradas, tribales, cosmopolitas, o vastos imperios en los que ha expandido su cultura, que han generado sus propias circunstancias, a veces demasiado opresoras, al punto de hacerlos desaparecer. En este proyecto, en esta búsqueda común de un destino, ha ido ensayando diversos ideales, ha probado incontables recursos, en fin, en este ir y venir en el devenir ha ido haciendo su historia.
Esta herencia ineludible que es parte suya y de la que forma parte, requiere un sentido, exige una explicación; de ahí la necesidad de una Filosofía de la Historia. El conjunto de esta obra dedicada a la historia, que dada la amplitud del tema ha sido dividido en varios volúmenes, lo he llamado Las manifestaciones del Espíritu, porque analiza la situación del espíritu en cada una de las épocas más representativas; así se verá El Espíritu Helénico, El Espíritu en el Renacimiento, etc. Un volumen especial estará dedicado a El Espíritu en India, y una Crítica de las Filosofías de la Historia, complementará este trabajo.