Nada queda de uno, excepto las verdades.
El mecanismo moral no se comprende hasta que se toma conciencia de que dar es una ganancia.
Extraño sino el del ser humano que busca en el tiempo y en el espacio su realidad; siempre proyectado hacia el más allá siendo que su destino está aquí.
No asumir el sentido heroico y trágico de la vida es frivolidad causada por falta de percepción y vitalidad.
Frente al infinito que nos rodea y la muerte que nos espera no podemos más que ser humildes y filosofar.
El hombre libre piensa en el deber, el esclavo (de su ego) piensa en el debe y el haber.
La moral es la columna vertebral del ser humano, por lo que no hay sociedad que se sostenga sin ella.
Moralmente estoy conforme, no por haber alcanzado esto o aquello, sino porque he hecho lo que he podido.
El noble cuando su generosidad ha sido pagada con ingratitud, no guarda rencor, sólo desprecia.
La igualdad es una abstracción matemática, no un parámetro moral; éste lo instauran las virtudes.
La razón, que sólo sabe de este mundo, nos distrae del otro, que no es sino Éste.
Lo real no son las cosas ni los acontecimientos ni los pensamientos, sino el hilo invisible, que los une.
El tiempo de contemplación es el único que puede detener el tiempo.
Un espíritu pequeño no puede albergar un gran amor.
La filosofía, como la música, es todo un mundo que se asemeja al submarino, en el que hay que sumergirse para contemplarlo y entenderlo.
Una indudable ventaja de los hijos del espíritu sobre los de carne y hueso es que salen bastante parecidos a lo que uno quería que fueran.
El hombre superior es el que posee talento moral; la inteligencia sólo es edificante si obedece a ese talento, de lo contrario es preferible la idiotez, es decir, la incapacidad para hacer el mal.
La distracción del sabio no significa estar pensando en otra cosa, sino que no está pensando.
El fenómeno estético es indescriptible, excepto por medio del arte; esta es la razón de ser del arte.
Todo lo que necesita el hombre para ser divino es dejar de actuar como un animal.
Hay que estar muy atento para no quedar domesticado llevando una vida doméstica.
Los ideales son la sangre de la vida; sin ellos, cuanto más, somos bichos de sangre fría.
Contemplar no es mirar las cosas sino percibir lo que las subyace.
Cuando comunicamos ya no estamos.
Mientras no sepamos lo que perdemos espiritualmente, seguiremos tratando de ganar materialmente.
La esencia de la vida es lo que uno vive; pero pasamos la vida pensando, por eso no estamos nunca satisfechos con ella.
El sabio refleja los hechos en su conciencia, el ignorante refleja su yo en los hechos.
Hacer de un predicador un mártir es regar las semillas que él había sembrado.
Siempre que lloramos hay un yo, no siempre que reímos hay un yo.
Vivir la vida intensamente es ser consciente de que cada hecho, cada instante es irrepetible.
La ingratitud es un doble vicio, pues en el mismo acto que niega el altruismo del otro afirma el egoísmo de uno; este acto es fatal para el espíritu.
Las personas superiores se enamoran de los grandes ideales, las inferiores no saben siquiera amar.
La moral vista desde la razón no es nada más que un esqueleto que, por fuerte que sea, carece de vida.
No hay relación de pareja más profunda que aquella en la que se comparte la Soledad de nuestra existencia.
Todo es sagrado, el universo es un templo; es la ignorancia que profana todo.
Cuanto más olvidados estamos de nuestras circunstancias universales más atendemos las particulares.
Somos lo que vivimos, no las ideas que tenemos de nosotros.
Sólo el presente es Realidad, lo demás es juguete del tiempo.
El ritual mecánico es como una burocracia inútil; sin el espíritu es como el traslado de momias.
Con la última vara que se debe juzgar una filosofía es la de su popularidad.
¡Ah! bendita seas Esperanza, que nos permites poseer en el presente lo que pertenece al futuro.
No hay placer en este mundo que se compare con la inteligencia de la Inteligencia.
Nos pasamos la vida preocupados. ¿Qué tiempo le dedicamos a estar ocupados con lo esencial?
El paraíso perdido, la época de oro de la que hablan tantas mitologías, los podemos recuperar en cualquier momento porque están en el presente eterno.
Quien no ha podido detener su mente sólo puede tener ideas de la realidad, no la experiencia directa de ella.
Siempre que buscamos los misterios del alma tropezamos con el mismo pórtico que lleva inscripto: “Conócete a ti mismo”. Antes de preguntarle a la pitonisa debemos superar ese obstáculo.
Lo verdaderamente insoportable de la necedad es que agrega más sufrimiento al que es connatural a la vida.
La igualdad a priori establece arbitrariamente una injusticia; el mérito restablece la justicia.
Dependemos de las distracciones externas en relación proporcional con nuestra pobreza interna.
La soledad ha sido la mejor compañera de mi espíritu, los escritores y artistas que no conocí personalmente, mis mejores amigos.